Juan 17:20 - La oración por los que fallan
¡Que Dios bendiga hermanos! Pasamos de Juan 17:19 a versículo 20. Note cómo desarrolla Jesús su oración; dice: "Más no ruego solamente por éstos” [por sus discípulos presentes] “sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos." Aquí revela Jesús su seguridad que su Padre va a responder a sus peticiones de tal manera que habrá discípulos futuros, otros que van a creer en él por la palabra de sus discípulos originales. Su seguridad en este momento es sorprendente cuando se considera lo que Jesús les dijo a sus discípulos hace poco, en 16:32, donde Jesús les dijo: "He aquí la ora viene, y ha venido ya, en que serán esparcidos cada uno por su lado, y me dejarán sólo." ¡Jesús ya sabía que sus discípulos lo iban a abandonar! Pero en vez de desconfiar de ellos, confió en el poder de su Padre, y por eso pidió en capítulo 17, en la segunda mitad de versículo 11: "Guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros." En versículo 15, también oró: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal." Y como vimos recientemente en versículos 17 a 19 pidió por estos mismos: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo para que también ellos sean santificados en la verdad." Es decir, el Señor Jesucristo coloca su seguridad, no en la fidelidad de sus discípulos, sino en la de su Padre, el a quien pidió en 17:5 que lo glorificara con aquella gloria que tuvo con él antes que el mundo fuera, el que es verdaderamente fiel, y poderoso para contestar cada una de sus peticiones por la unidad, la fidelidad, la protección y la santificación de sus discípulos, a tal punto que otros en el futuro escucharan la palabra de salvación, de las bocas de los mismos que están por abandonarlo dentro de unas pocas horas. ¡Qué ejemplo tan grande nos da el Señor Jesucristo aquí! Cuando vemos que los hijos se están desviando por un camino equivocado, que el esposo se está endureciendo a la palabra del Señor, que la esposa está deslizando de su compromiso de amar en primer lugar al Señor Jesucristo, que un hermano de la iglesia pone más valor a los tesoros de este mundo que al evangelio, claro: vamos a hablarles; tenemos que avisarles urgentemente del daño que corren. ¡Seríamos negligentes si no les repitiéramos las exhortaciones de nuestro Señor! Pero en estas pruebas, ¿demostramos más seguridad en nuestro poder para regañar, para gritar, y para amenazar para efectuar el cambio, o de veras, junto con las reprensiones apropiadas, confiamos en el poder del Padre para unir, proteger, y producir la fidelidad y la santificación en los otros? Que oremos hoy, y que interaccionemos con los otros, siguiendo el ejemplo de Jesús que confió en su Padre para cambiar y recibir gloria de sus discípulos.