Juan 17:21 y Efesios 4:1-2 - Nuestra reacción a la unión lograda por el Señor Jesucristo
¡Que Dios les bendiga, hermanos! En Juan 17:21, Jesús pide por la unidad de sus discípulos futuros. Dice: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.” Ahora queremos concentrar en nuestra reacción apropiada a esta unidad que pidió el Señor Jesucristo y que logró por la cruz. El apóstol Pablo señala varias características de esta reacción en Efesios 4:1-2, donde dice: “Yo pues, preso en el Señor, les ruego que anden como es digno de la vocación con que fueron llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándose con paciencia los unos a los otros en amor.” Entonces, si vamos a andar, o continuar, en la unidad que ha logrado el Señor Jesucristo por nosotros, nuestro andar será caracterizado por tres cosas. Primero, la humildad; ¿cómo definimos la humildad? Como Pablo lo describe en Filipenses 2:3: “Nada hagan por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” Segundo, vamos a andar en mansedumbre. ¿Cómo demostramos la mansedumbre? Según Gálatas 6:1 la demostramos cuando, en un conflicto, desacuerdo, u ofensa, no explotamos en ira, ni nos enojamos y callamos, ni simplemente identificamos un problema con la mera expectativa de que la otra persona cambie, sino que, con mansedumbre, bajo control, trabajamos en un compromiso de amor con la otra persona hasta llegar a una restauración. Y tercero, demostramos nuestro aprecio por la unidad que el Señor Jesucristo nos logró cuando interaccionamos con los otros en paciencia. La paciencia es otro fruto del Espíritu Santo que describe nuestra reacción no a las circunstancias – como cuando decimos que debemos tener paciencia cuando manejamos en el tráfico – sino nuestra paciencia con las personas que son difíciles de amar, y actuamos según nuestro compromiso de amarlos continuamente, a largo plazo. Entonces, deben encabezar nuestra lista de peticiones por la unidad con nuestros hermanos en Cristo estas tres características: nuestro crecimiento en la humildad, la mansedumbre y la paciencia. Mientras permanecemos en estas características de nuestro Señor y obedecemos su palabra, manifestaremos la realidad de esta unidad que pidió en Juan 17:21.