Juan 17:21 y Gálatas 2:11-16 - La unidad por la justificación por fe en Jesucristo
¡Que Dios les bendiga, hermanos! En Juan 17:21, Jesús pide por la unidad de sus discípulos futuros, y dice: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.” Recientemente hemos visto que tenemos la responsabilidad de guardar esta unidad en medio de la diversidad legítima que Dios ha dado a su iglesia, una iglesia formada de muchos miembros. Hoy queremos ver que hay ciertas formas de diversidad que la iglesia no puede tolerar; específicamente, la iglesia no puede tolerar la diversidad en el evangelio. Hay un solo evangelio que identifica la iglesia unida por la muerte y la resurrección del Señor Jesucristo. Por eso, el apóstol Pablo tuvo que reprender públicamente al apóstol Pedro en Gálatas 2:11-16, porque éste se alejó de la unidad que los judíos y los gentiles tenían en Jesucristo para actuar según un evangelio falso de división. Dice Pablo en Gálatas 2:11: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que vinieran algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.” Es decir, en vez de continuar a convivir con los gentiles por comer juntos, Pedro volvió a interponer las diferencias de comida y compañerismo bajo la ley mosaica, hasta el punto de separarse de los gentiles cristianos, y otros cristianos judíos seguían su ejemplo. Por eso, Pablo les reprendió en versículo 14: “Cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?” Pedro tal vez le habría respondido que no estaba enseñando ni obligando que los gentiles se hicieran judíos, pero como Pablo correctamente observó, por dejar de comer con ellos, Pedro y los otros estaban comunicando que los gentiles, aunque cristianos, formaban una categoría aparte en el evangelio, un grupo de segundo rango, y si querían ser aceptados no sólo por ellos sino por Cristo, tendrían que practicar la ley mosaica como ellos. Es decir, Pedro estaba negando la unidad que logró Jesucristo en la cruz. Por eso, Pablo subraya una faceta indiscutible del evangelio y su unidad en Gálatas 2:16: “El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo.” Y hablándole a Pedro como un hermano judío cristiano, continúa por recordarle: “Nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.” Para guardar la unidad que logró Jesucristo por nosotros en la cruz, tenemos que ser solícitos y seguros, y hasta reprendernos los unos a los otros en amor, que nuestra unidad sea precisamente la que ganó Jesucristo en la cruz, y no ninguna otra.