Juan 17:19; 1 Juan 4:10 y Romanos 5:6-8 - Y por ellos me santifico a mí mismo
¡Que Dios les bendiga, hermanos! Estamos en Juan 17:19 donde hemos examinado en bastante detalle la declaración de Jesús que se santifica a sí mismo y ahora volvemos a las primeras tres palabras de este versículo; dice: "Y por ellos me santifico a mí mismo". Aquí Jesús revela que uno de los motivos principales por el cual enfrentó la tortura y la muerte en la cruz era el amor por los suyos, el deseo de convivir eternamente con ellos; por eso se santificó a sí mismo y a sus discípulos. Nos hace recordar por lo menos dos pasajes impresionantes sobre el amor de Dios y el del Señor Cristo Jesús en su muerte por nosotros. Acuérdese de 1 Juan 4:10: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados." Es decir, por amor, Jesús fue enviado a ser nuestro sacrificio que aplacó la ira justa de Dios causada por nuestros pecados. También en Romanos 5:6 el apóstol Pablo identifica este amor sorprendente cuando dice: "Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por..." Ahora, ¿por quiénes murió el Señor Jesucristo? Tal vez alguien que no se ha fijado en este versículo antes diría: "A su tiempo murió por los buenos..." pero, ¡no dice así! Otro tal vez diría: "A su tiempo, murió por los justos..." pero, tampoco dice así, sino: "A su tiempo murió por los impíos," por los que no conocían a Dios y a quienes ni les interesaba conocerlo; por los que daban la espalda a Dios; por los que andaban en una rebeldía continua contra Dios... es decir, murió por nosotros, pecadores. Como dice versículo 7: "Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo pudiera ser que alguno osara morir por el bueno." Es decir, al ver alguien a otra persona en peligro de muerte, tal vez diría que sí, voy a dar mi vida en lugar de esa persona, tal vez si la otra persona es buena, o un niño, o un familiar, o su hijo... tal vez escoge morir en lugar de la otra persona, pero en realidad, hay muy poca gente, si hay alguien, por quien tomaríamos esta decisión, de perder la vida para que ellos vivan. Pero Pablo continúa en Romanos 5:8: "Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores" - sin ninguna muestra de cambio, sin ninguna evidencia de interés en Dios; mientras continuábamos en ese estado - "Cristo murió por nosotros." El amor del Señor Jesucristo por los suyos supera infinitamente el amor de los padres por sus hijos, de los hombres por sus hermanos; porque dio su vida perfecta, sin mancha, por la redención de pecadores como nosotros; así subraya el Señor Jesucristo por poner al principio de Juan 17:19: "Y por ellos yo me santifico a mí mismo". Por eso, una de las maneras más apropiadas para empezar nuestras oraciones es por agradecer a nuestro Padre celestial y al Señor Jesucristo por su amor por esta salvación.