Juan 17:19 y Hebreos 10:19 - Libertad para entrar en el Lugar Santísimo
¡Que Dios les bendiga, hermanos! Estamos en Juan 17:19 donde el Señor Cristo Jesús declara que se sacrifica a sí mismo por sus discípulos, que va a morir en la cruz por ellos, que está por llegar al punto ápice de su obediencia al Padre para que nosotros sus discípulos seamos santificados. Hoy y en los próximos días queremos mirar Hebreos 10:19-25 donde vemos algunas aplicaciones más de esta santificación. Primero, dice Hebreos 10:19: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo... Pause un momento aquí. En el Antiguo Testamento, bajo la ley mosaica, en Levítico 16:2 leemos que Jehová le dijo a Moisés: "Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera" - pues, ¿por qué moriría? - Explica: "porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio." Es decir, por la santidad abrasadora de Dios, por la santidad delante de la cual ningún ser humano se puede presentar en pecado sin ser juzgado en justicia, Aarón fue prohibido a entrar regularmente o con familiaridad aunque era el sumo sacerdote. Pudo entrar una sola vez por año como explica el resto de Levítico 16, con la sangre de un sacrificio por sus propios pecados, y luego con la sangre de otro sacrificio por los pecados del pueblo a que representaba como sumo sacerdote.
Adelantémonos ahora a Hebreos 9:11-12, donde se explica que Jesucristo es el sumo sacerdote superior a Aarón, que no entró un santuario terrenal sino el verdadero Lugar Santísimo de los cielos, "no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre" y que entró una vez para siempre, habiendo obtenido eterna redención. Ahora en Hebreos 10:19 dice sobre nosotros: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo..." ¡Tenemos una libertad que supera los privilegios de los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento! Mientras bajo la ley mosaica la invitación a la presencia de Dios en el Lugar Santísimo les fue limitado de todo el pueblo, sólo al sumo sacerdote, y del sumo sacerdote, sólo una vez por año, tenemos libertad, una seguridad permanente, para entrar en el Lugar Santísimo verdadero, 24 horas por día, 7 días de la semana, porque se basa, no en nuestra propia santidad, ni en la santidad de algún sacerdote terrenal, sino en la santidad de nuestro Señor Jesucristo, el que se santificó a sí mismo por la redención nuestra, según Juan 17:19. Cuando oramos hoy, que le demos gracias al Señor Jesucristo por la entrada que nos dio por su propio cuerpo, por su obediencia perfecta y su muerte en la cruz en nuestro lugar. Que el Señor Jesucristo reciba toda honra, gloria y majestad.
Adelantémonos ahora a Hebreos 9:11-12, donde se explica que Jesucristo es el sumo sacerdote superior a Aarón, que no entró un santuario terrenal sino el verdadero Lugar Santísimo de los cielos, "no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre" y que entró una vez para siempre, habiendo obtenido eterna redención. Ahora en Hebreos 10:19 dice sobre nosotros: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo..." ¡Tenemos una libertad que supera los privilegios de los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento! Mientras bajo la ley mosaica la invitación a la presencia de Dios en el Lugar Santísimo les fue limitado de todo el pueblo, sólo al sumo sacerdote, y del sumo sacerdote, sólo una vez por año, tenemos libertad, una seguridad permanente, para entrar en el Lugar Santísimo verdadero, 24 horas por día, 7 días de la semana, porque se basa, no en nuestra propia santidad, ni en la santidad de algún sacerdote terrenal, sino en la santidad de nuestro Señor Jesucristo, el que se santificó a sí mismo por la redención nuestra, según Juan 17:19. Cuando oramos hoy, que le demos gracias al Señor Jesucristo por la entrada que nos dio por su propio cuerpo, por su obediencia perfecta y su muerte en la cruz en nuestro lugar. Que el Señor Jesucristo reciba toda honra, gloria y majestad.