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Juan 17:19 y Hebreos 10:23-25 - Mantengamos y considerémonos

          ¡Que Dios les bendiga, hermanos!  Estamos en Juan 17:19 donde el Señor Cristo Jesús declara que se santifica a sí mismo por sus discípulos.  Y volvemos también a Hebreos 10:19-25 donde vimos algunas descripciones adicionales de esta santificación, y donde vimos la primera de tres aplicaciones principales que el autor de la carta a los hebreos quiere que hagamos por esta santificación.  Vimos la primera aplicación en el último mensaje: Acerquémonos.  Hoy queremos ver las otras dos.
          Versículo 23 dice: “Mantengamos”.  Nos llama a la perseverancia.  “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza…”  ¿Qué es “nuestra esperanza”?  “Nuestra esperanza” es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, resumido por nuestra recepción de “un reino inconmovible” como dice Hebreos 12:28.  ¿Y con qué seguridad podemos mantenernos firme en la profesión de nuestra esperanza, hasta la recepción de este nuevo reino?  Porque como dice el resto de Hebreos 10:23: “Fiel es el que prometió.”  Y en la expectativa del cumplimiento de estas promesas, continuamos a la tercera aplicación en versículo 24-25: “Y considerémonos”.  Considerémonos – que pongamos atención a nuestros hermanos en Cristo Jesús.  “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre” – imagine, ¡algunos de los hebreos ya tenían por costumbre el no reunirse! – “sino exhortándonos; y tanto más, cuanto ven que aquel día se acerca.”  Porque el día de nuestra recepción del reino se acerca, nos exhortamos los unos a los otros, nos estimulamos los unos a los otros, a vivir en el amor y las buenas obras.  Seguramente, esta perseverancia, el amor y la exhortación a las buenas obras serán una parte regular de nuestras peticiones.  Vamos a orar por la perseverancia de nuestros hermanos en la fe, especialmente si los vemos desanimados por las tribulaciones de la vida diaria, si vemos que luchan por causa de dudas sobre la doctrina cristiana, o si descuidan las disciplinas de reunirse con los hermanos o de orar en público o en privado.  Vamos a pedir que el Espíritu les anime a ellos – y a nosotros también – a amarnos los unos a los otros fervientemente, especialmente cuando vemos que el día del Señor se acerca.  Vamos a clamar los unos por los otros con la seguridad que la santificación que ha logrado el Señor Jesucristo por nosotros es suficiente para que nuestras peticiones sean escuchadas, y todos juntos, la iglesia sea conformada a la imagen de nuestro Señor Jesucristo, el que es digno de honra y gloria.
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