Juan 17:21 y 1 Corintios 12:12-18, 26-27 - La unidad en medio de la diversidad
¡Que Dios les bendiga, hermanos! En Juan 17:21, Jesús pide por la unidad de sus discípulos futuros, y dice: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros.” Esta unidad logró Jesucristo en la cruz por nosotros, y tenemos la responsabilidad de guardarla solícitamente. En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo les corrigió por las divisiones que causaba su devoción excesiva a servidores individuales del Señor. Y más tarde en la misma carta les reprende por dividirse según las funciones que tenían en la iglesia. Por eso les enseña en 12:12: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.” Pablo quiere que reconozcan la diversidad de funciones que los miembros cumplen en una iglesia sin olvidarse de la unidad principal que logró Cristo por ellos. Les explica en 12:14-18: “Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Si dijera el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Y si dijera la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.” Dios ha formado la iglesia para que todos sean un cuerpo en Jesucristo, sin perder la diversidad de dones, capacidades y funciones dentro de la iglesia. Entonces, ¿cómo podemos guardar la unidad que Jesucristo nos logró en la cruz, sin perder la diversidad de los miembros? Brevemente, el apóstol Pablo contesta esta pregunta por continuar la comparación de la iglesia con el cuerpo en 1 Corintios 12:26-27: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Ustedes, pues, son el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.” Así que nuestras oraciones por nuestros hermanos en Cristo son un medio esencial para guardar la unidad que tenemos en el Señor Jesucristo en medio de la diversidad que nos ha dado Dios también. Cuando oramos regularmente, diariamente por las peticiones de hermanos en la fe muy diferentes que nosotros, en humildad, misericordia y paciencia, demostramos que somos un cuerpo, de muchos miembros, que sirven en unidad para la gloria del Señor. Que nuestras oraciones hoy reflejen ambos la unidad y la diversidad que nos ha dado Dios en Cristo Jesús.