Juan 17:22 - La gloria compartida del Padre y del Hijo a sus discípulos
¡Que Dios les bendiga, hermanos! Hoy pasamos de Juan 17:21 a versículo 22 donde Jesús continúa su oración por sus discípulos y dice: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” La primera pregunta que tenemos que contestar con este versículo es: ¿a qué gloria refiere Jesús, esta gloria que el Padre ha dado a Jesús y que Jesús ha dado a sus discípulos? No es la gloria exclusiva que había entre Jesús y el Padre antes de la fundación del mundo, la que Jesús describió en Juan 17:5, porque los discípulos no son divinos. Tampoco es la gloria de Jesús en su encarnación, descrita en Juan 1:14, porque sólo Jesucristo es el unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Tampoco refiere a la gloria de Jesús en su crucifixión, a que refiere Jesús en Juan 12:23-24, porque los discípulos no pueden morir para lograr la salvación de nadie. ¿A qué gloria compartida refiere, entonces? Tal vez encontramos la respuesta si volvemos a la comparación entre el Padre, Jesús y sus discípulos como el Labrador, la Vid verdadera y los pámpanos en Juan 15:1-8. Juan 15:8 pone una conclusión a esta comparación por decir: “En esto es glorificado mi Padre, en que lleven mucho fruto, y sean mis discípulos.” La gloria de los discípulos se manifiesta mientras permanecen en las palabras de Jesús, como vimos recientemente en nuestro estudio de Juan 17:21. La gloria de los discípulos se manifiesta mientras permanecen en su amor, en su amor con Cristo, con el Padre y entre ellos mismos. Esta gloria de los discípulos se manifiesta cuando testifican al mundo por la unidad que guardan en el Señor Jesucristo, la unidad que logró Jesucristo en la cruz por ellos. Esta gloria que han recibido los discípulos, entonces, no es una gloria exclusiva o esencial como la que tiene Cristo en su divinidad, su encarnación o su crucifixión; la gloria compartida con los discípulos es una de función, una gloria dada por el Padre y por el Señor Jesucristo cuando testifican del evangelio de la salvación. Juan 17:22 entonces llega a resumir el versículo anterior, pero en términos de la gloria que damos al Padre y al Señor Jesucristo cuando guardamos la unidad. Acuérdese de lo que leímos en versículo 21: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Y ahora versículo 22): La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.” El propósito de esta unión en gloria es la conversión del mundo, que muchos que ahora están en el mundo se conviertan y crean en el Señor Jesucristo por la unidad que perciben entre el Padre, Jesucristo y nosotros. Y si esto entendemos, ¡cuánto enriquece nuestra petición por dar gloria a Dios! Queremos dar gloria a Dios; pedimos en oración dar gloria a Dios; damos gloria a Dios cuando solícitamente guardamos la unidad que logró Jesucristo en la cruz por nosotros, para testificar al mundo de la verdad del evangelio. Jesús ha provisto esta unión en gloria para que glorifiquemos al Padre, demostrando que somos discípulos de su Hijo.