Juan 17:23 y 13:34-35; 3:16-17; Efesios 2:1-6 - Para que el mundo conozca
¡Que Dios les bendiga, hermanos! En Juan 17:23, Jesús ora al Padre diciendo: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” Jesús aquí pide que el amor eterno y sobreabundante entre él y el Padre sea extendido a sus discípulos presentes y futuros, para que seamos perfectos en unidad. Y ahora estamos en el cuarto tema principal de este versículo: Este amor y unidad servirán como un testimonio al mundo, como dice Jesús: “Para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” Note que uno de los propósitos de esta perfección en amor es la conversión de nuevos discípulos del mundo. Van a haber otros que, como los discípulos originales en Juan 17:8, van a recibir las palabras de Jesús, van a conocer verdaderamente que Jesús salió del Padre, y van a creer que el Padre lo envió. El medio de su conversión, en parte, será el perfecto amor y unidad entre el Padre, el Hijo y sus discípulos. De esta manera será manifestado lo que Jesús mandó en Juan 13:34-35: “Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros; como yo los he amado, que también se amen unos a otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tienen amor los unos con los otros.” Pause hoy para recordar, y dar gracias a Dios por las evidencias de este amor perfecto entre los cristianos que primero nos explicaron el evangelio y lo pusieron en vivo entre nosotros. Note también cómo esta meta del evangelismo coordina con el propósito de Jesús en ser enviado al mundo en Juan 3:16-17: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Aquí en Juan 17:23 cuando Jesús pide: “que el mundo conozca que tú me enviaste,” no está pidiendo algún reconocimiento de la futura condenación (una idea completamente ajena al evangelio de Juan) sino un conocimiento del mundo para salvación. Porque como nos dice Efesios 2:1-6, todos estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, siguiendo la corriente de este mundo, por naturaleza hijos de ira, pero Dios que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo por gracia, y juntamente con él nos resucitó y nos hizo sentar en lugares celestiales con Cristo Jesús. Dé gracias hoy al Padre por la riqueza de su misericordia, por habernos dado vida en el Señor Jesucristo, por habernos rescatado de nuestros pecados y del mundo, y pídale a quiénes más en el mundo puede usted y los suyos manifestar ese amor para que vean la gloria del Padre y del Hijo en el amor entre nosotros, para que crean el evangelio para salvación también.