Juan 17:23 y Efesios 1:13-14 - ¿Cómo recibimos al Espíritu Santo?
¡Que Dios les bendiga, hermanos! En Juan 17:23, Jesús ora al Padre diciendo: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” En la última meditación vimos que esta morada personal del Señor Jesús en nosotros sus discípulos se hace por el Espíritu Santo. Nos lleva a una pregunta válida: No estuvimos con los discípulos originales el Día de Pentecostés en Hechos 2, ¿cómo recibimos nosotros el Espíritu Santo? El apóstol Pablo nos da la respuesta en Efesios 1:13-14. Léalo conmigo: “En él también ustedes, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído en él, fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
Ahora, paso a paso. Note que el apóstol dice que los efesios, y nosotros también en nuestra generación, fuimos sellados con el Espíritu Santo. ¿Qué pasó para que fuéramos sellados con el Espíritu? Pablo señala dos condiciones: primero, “Habiendo oído la palabra de verdad”. Y, ¿qué es la palabra de verdad? Como explica: “El evangelio de su salvación”. Es decir, la primera condición fue que escuchamos el evangelio, las buenas noticias del Señor Jesucristo, que vivió una vida perfecta en cumplimiento de la ley mosaica, que murió en la cruz por nuestros pecados, que resucitó de los muertos al tercer día, que ascendió a la diestra del Padre donde fue exaltado y de donde reina ahora sobre toda la creación, y que volverá para resucitar a los muertos y juzgar a todos. Primero, oímos estas buenas noticias y segundo, la segunda condición, “Y habiendo creído en él”. Respondemos a estas buenas noticias por fe en Cristo Jesús, en arrepentimiento de nuestros pecados para confiar únicamente en el Señor Jesucristo y su sacrificio suficiente en la cruz por nuestros pecados. Desconfiamos en nuestra propia justicia, en el hecho de que no hemos matado a nadie, o en el pensar que somos buenos y Dios siempre nos ha amado, para confiar exclusivamente en Otro, en el Señor Jesucristo y lo que Él hizo por nosotros en la cruz.
En resumen, tenemos estas dos condiciones: “Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído en él”, ¿qué hizo Dios en respuesta? “Fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Luego, el próximo versículo continúa a describir al Espíritu Santo: “Que es las arras de nuestra herencia”. ¿Qué significa arras? Es una palabra que utilizamos con poca frecuencia ya. Pero aparece a veces en las bodas, cuando el novio hace el voto de proveer por su nueva esposa. Muchos tienen una costumbre en la boda en que el novio toma unas monedas y les llena las manos de la novia con ellas, declarando su compromiso de que estas monedas representan toda la provisión que él le va a dar por toda su vida juntos. Es una primera entrega que simboliza toda la provisión que viene en el futuro. El nombre que dan a esas monedas es “las arras”. De forma parecida, cuando oímos el evangelio por fe, Dios nos da la primera entrega, el primer depósito, por nuestra nueva relación con Él; nos sella permanentemente con su propio Espíritu, que garantiza nuestra herencia futura, o como dice Efesios 1:14, “que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”. ¿Qué es la redención de la posesión adquirida? Es la segunda venida del Señor Jesucristo y su resurrección de los muertos, cuando se cumple nuestra redención del pecado y de la muerte, cuando conviviremos con el Padre y el Hijo eternamente. El Espíritu Santo es las arras, la garantía presente de esta bendición futura. Y todo es: “Para alabanza de su gloria.”
Y no queremos pasar por encima las dos palabras con que empieza Efesios 1:13-14: “En él”, es decir, en Cristo. Todas las bendiciones descritas en estos dos versículos: el haber oído el evangelio de verdad, el haber creído en Cristo, el ser sellado con el Espíritu Santo de la promesa, el haberlo recibido como las arras de nuestra herencia, el cumplimiento futuro de nuestra redención en el Señor Jesucristo, todo tenemos en el Señor Jesucristo. Y esta obra en conjunto del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, es el tema de la petición de Jesús en Juan 17:23, para que conozcamos juntos este amor y lo manifestemos como testimonio al mundo alrededor. ¡Las gracias sean dadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por incluirnos así en su amor divino!
Ahora, paso a paso. Note que el apóstol dice que los efesios, y nosotros también en nuestra generación, fuimos sellados con el Espíritu Santo. ¿Qué pasó para que fuéramos sellados con el Espíritu? Pablo señala dos condiciones: primero, “Habiendo oído la palabra de verdad”. Y, ¿qué es la palabra de verdad? Como explica: “El evangelio de su salvación”. Es decir, la primera condición fue que escuchamos el evangelio, las buenas noticias del Señor Jesucristo, que vivió una vida perfecta en cumplimiento de la ley mosaica, que murió en la cruz por nuestros pecados, que resucitó de los muertos al tercer día, que ascendió a la diestra del Padre donde fue exaltado y de donde reina ahora sobre toda la creación, y que volverá para resucitar a los muertos y juzgar a todos. Primero, oímos estas buenas noticias y segundo, la segunda condición, “Y habiendo creído en él”. Respondemos a estas buenas noticias por fe en Cristo Jesús, en arrepentimiento de nuestros pecados para confiar únicamente en el Señor Jesucristo y su sacrificio suficiente en la cruz por nuestros pecados. Desconfiamos en nuestra propia justicia, en el hecho de que no hemos matado a nadie, o en el pensar que somos buenos y Dios siempre nos ha amado, para confiar exclusivamente en Otro, en el Señor Jesucristo y lo que Él hizo por nosotros en la cruz.
En resumen, tenemos estas dos condiciones: “Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído en él”, ¿qué hizo Dios en respuesta? “Fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Luego, el próximo versículo continúa a describir al Espíritu Santo: “Que es las arras de nuestra herencia”. ¿Qué significa arras? Es una palabra que utilizamos con poca frecuencia ya. Pero aparece a veces en las bodas, cuando el novio hace el voto de proveer por su nueva esposa. Muchos tienen una costumbre en la boda en que el novio toma unas monedas y les llena las manos de la novia con ellas, declarando su compromiso de que estas monedas representan toda la provisión que él le va a dar por toda su vida juntos. Es una primera entrega que simboliza toda la provisión que viene en el futuro. El nombre que dan a esas monedas es “las arras”. De forma parecida, cuando oímos el evangelio por fe, Dios nos da la primera entrega, el primer depósito, por nuestra nueva relación con Él; nos sella permanentemente con su propio Espíritu, que garantiza nuestra herencia futura, o como dice Efesios 1:14, “que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida”. ¿Qué es la redención de la posesión adquirida? Es la segunda venida del Señor Jesucristo y su resurrección de los muertos, cuando se cumple nuestra redención del pecado y de la muerte, cuando conviviremos con el Padre y el Hijo eternamente. El Espíritu Santo es las arras, la garantía presente de esta bendición futura. Y todo es: “Para alabanza de su gloria.”
Y no queremos pasar por encima las dos palabras con que empieza Efesios 1:13-14: “En él”, es decir, en Cristo. Todas las bendiciones descritas en estos dos versículos: el haber oído el evangelio de verdad, el haber creído en Cristo, el ser sellado con el Espíritu Santo de la promesa, el haberlo recibido como las arras de nuestra herencia, el cumplimiento futuro de nuestra redención en el Señor Jesucristo, todo tenemos en el Señor Jesucristo. Y esta obra en conjunto del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, es el tema de la petición de Jesús en Juan 17:23, para que conozcamos juntos este amor y lo manifestemos como testimonio al mundo alrededor. ¡Las gracias sean dadas al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por incluirnos así en su amor divino!