Juan 17:23 y Romanos 8:29-30 - El amor del Padre por nosotros por toda la historia del universo
¡Que Dios les bendiga, hermanos! Estamos en Juan 17:23, en la oración de Jesús cuando le dice al Padre: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” El tema central del versículo – la relación de amor entre el Padre y el Hijo – se extiende a los discípulos, como vemos en las frases: “Yo en ellos” y luego en referencia al Padre: “Los has amado a ellos.” Este amor del Padre por nosotros, que examinamos también en la última meditación sobre Efesios 1:1-3, se extiende por toda la historia del universo. Así nos dice Romanos 8:29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó…”
Estamos en el mismo tema que vimos en la última meditación, sobre nuestra predestinación por el amor del Padre en el Señor Jesucristo. Aunque nosotros ni existíamos todavía, aunque la creación ni había sido iniciada, Dios, que está encima del tiempo, nos conoció de una manera en que nosotros no pudimos conocerlo a Él; nos conoció y nos predestinó, como dice el resto de versículo 29, “para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Note el vocabulario de la familia otra vez; antes de la creación, el Padre nos conoció y nos predestinó para que participáramos en el amor entre el Padre y el Hijo, para que conviviéramos con ellos en el mismo amor por la adopción. Luego, versículo 30 dice: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó”; es decir, Dios logró por su llamado eficaz que escucháramos el evangelio por fe, regenerados por el Espíritu Santo para ver la gloria de su Hijo Jesucristo en su crucifixión y resurrección por nosotros. Luego, “A los que llamó, a éstos también justificó”; por la sangre de Jesucristo no sólo tenemos el perdón de todos nuestros pecados sino la aprobación legal completa de Dios, la justificación, dada por gracia al creer en el Señor Jesús. “Y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Aunque nuestra glorificación no va a ocurrir hasta la Segunda Venida del Señor Jesucristo, es tan segura que el apóstol Pablo la describe como una realidad ya alcanzada. Y cuando juntamos cada uno de estos 5 eslabones de la cadena de nuestra salvación: (1) Dios nos conoció antes; (2) nos predestinó; (3) nos llamó; (4) nos justificó; (5) nos glorificó; todo para que seamos conformados a la imagen de su Hijo, para que seamos adoptados en este amor profundo, perfecto y exclusivo entre el Padre y el Hijo, vemos que el Padre nos ha amado con un amor que empezó desde antes de la creación, que ha continuado fiel hasta el día de hoy, y que se extiende del presente hacia el futuro para siempre. ¡Qué amor incomparable nos ha dado nuestro Padre celestial en Cristo Jesús! ¡Qué bendecidos somos por esta intercesión del Hijo en Juan 17:23 que él esté en nosotros, y que el amor del Padre por nosotros por toda la historia y más sea evidente! A ellos sean toda la honra, la gloria y la majestad por habernos incluido en su amor divino.
Estamos en el mismo tema que vimos en la última meditación, sobre nuestra predestinación por el amor del Padre en el Señor Jesucristo. Aunque nosotros ni existíamos todavía, aunque la creación ni había sido iniciada, Dios, que está encima del tiempo, nos conoció de una manera en que nosotros no pudimos conocerlo a Él; nos conoció y nos predestinó, como dice el resto de versículo 29, “para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” Note el vocabulario de la familia otra vez; antes de la creación, el Padre nos conoció y nos predestinó para que participáramos en el amor entre el Padre y el Hijo, para que conviviéramos con ellos en el mismo amor por la adopción. Luego, versículo 30 dice: “Y a los que predestinó, a éstos también llamó”; es decir, Dios logró por su llamado eficaz que escucháramos el evangelio por fe, regenerados por el Espíritu Santo para ver la gloria de su Hijo Jesucristo en su crucifixión y resurrección por nosotros. Luego, “A los que llamó, a éstos también justificó”; por la sangre de Jesucristo no sólo tenemos el perdón de todos nuestros pecados sino la aprobación legal completa de Dios, la justificación, dada por gracia al creer en el Señor Jesús. “Y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Aunque nuestra glorificación no va a ocurrir hasta la Segunda Venida del Señor Jesucristo, es tan segura que el apóstol Pablo la describe como una realidad ya alcanzada. Y cuando juntamos cada uno de estos 5 eslabones de la cadena de nuestra salvación: (1) Dios nos conoció antes; (2) nos predestinó; (3) nos llamó; (4) nos justificó; (5) nos glorificó; todo para que seamos conformados a la imagen de su Hijo, para que seamos adoptados en este amor profundo, perfecto y exclusivo entre el Padre y el Hijo, vemos que el Padre nos ha amado con un amor que empezó desde antes de la creación, que ha continuado fiel hasta el día de hoy, y que se extiende del presente hacia el futuro para siempre. ¡Qué amor incomparable nos ha dado nuestro Padre celestial en Cristo Jesús! ¡Qué bendecidos somos por esta intercesión del Hijo en Juan 17:23 que él esté en nosotros, y que el amor del Padre por nosotros por toda la historia y más sea evidente! A ellos sean toda la honra, la gloria y la majestad por habernos incluido en su amor divino.